"A mis treinta y ocho años, y ya con cuatro libros publicados desde mis veinte años, me senté en mi máquina de escribir y empecé: 'Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo'. No tenía la menor idea del significado ni del origen de esa frase ni hacia dónde debía conducirme. Lo que hoy sé es que no dejé de escribir durante dieciocho meses hasta que terminé el libro [...]. Esperanza Araiza, la inolvidable Pera, era una mecanógrafa de poetas y cineastas que había pasado en limpio grandes obras de escritores mexicanos [...]. Cuando le propuse que me sacara en limpio la obra, la novela era un borrador acribillado de remiendos [...]. Pocos años después Pera me confesó que, cuando llevaba a su casa la última versión corregida por mí, resbaló al bajarse del autobús con un aguacero diluvial y las cuartillas quedaron flotando en el cenegal de la calle. Las ...
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