Era el último partido de hockey de una temporada nefasta. Como segundo capitán del equipo, había yo marcado un par de goles y confiábamos bastante en nuestras posibilidades. Fue un buen partido y llegamos a la prórroga empatados a dos. Sin embargo, nuestros rivales enseguida marcaron un tanto y perdimos por séptima vez consecutiva. En un ataque de rabia tiré el stick de hockey y me metí en el vestuario. Los demás ya se estaban quitando los patines y el uniforme. De pronto, se abrid la puerta y entró mi madre, que era irlandesa. La habitación quedó en silencio. Todas las miradas se posaron en aquella mujer de mediana edad, ataviada con un vestido floreado, que atravesaba la sala y pasaba junto a los bancos de madera en los que algunos de mis compañeros ya se estaban cambiando. Vino directamente hacia mí y me agarró del uniforme. – ¡Eso no se hace! -me gritó-. Si no sabes perder, nunca sabrás ganar. Y si no sabes ganar, no juegues. Me avergonzó delante de mis amigos, pero nunca olv...
El Blog de las autobiografias y biografias cortas de personajes importantes de la raza humana