Esta es una autobiografía del señor Bill Gates que declaró en Oviedo, el año 2007, destacando su labor solidaria con los niños más desfavorecidos de los países subdesarrollados.
“Hará unos diez años mi esposa y yo leímos un artículo sobre las enfermedades en los países en vías de desarrollo en el que se decía que más de medio millón de niños mueren cada año a causa del rotavirus, y pensé: ‘Nunca oí hablar de eso’.
¿Cómo podía no haber oído hablar de algo que mataba a medio millón de niños?
Nos enteramos también de que millones de niños morían de enfermedades que ya habían sido erradicadas en los EE. UU. Melinda y yo habíamos dado por sentado que, si existían vacunas y tratamientos, los gobiernos estarían haciendo todo lo posible para llevarlas hasta las personas que las necesitaban.
Pero no era así. No pudimos evitar llegar a la brutal conclusión de que, en el mundo de hoy, algunas vidas se consideran merecedoras de ser salvadas y otras no. Así que nos dijimos: ‘Esto no puede ser verdad; pero, si lo es, merece convertirse en la prioridad de nuestras donaciones’.
Ese pasó a ser el principio esencial de la Fundación Gates: toda vida humana tiene el mismo valor. Se nos hizo evidente que los problemas más difíciles de resolver y el sufrimiento mayor eran el resultado de la desigualdad en el acceso a la educación y a las oportunidades económicas, en todas las razas y en todos los países y continentes.
De este modo, empezamos nuestras donaciones sanitarias a nivel mundial. Hemos decidido dedicarnos a garantizar que la población de los países en vías de desarrollo disponga de las mismas herramientas sanitarias que los que vivimos en el mundo desarrollado damos por sentadas. Asimismo, queremos ayudar a desarrollar nuevas herramientas, como vacunas y fármacos, que estén dirigidas a combatir las enfermedades del mundo en vías de desarrollo”.
“Hará unos diez años mi esposa y yo leímos un artículo sobre las enfermedades en los países en vías de desarrollo en el que se decía que más de medio millón de niños mueren cada año a causa del rotavirus, y pensé: ‘Nunca oí hablar de eso’.
¿Cómo podía no haber oído hablar de algo que mataba a medio millón de niños?
Nos enteramos también de que millones de niños morían de enfermedades que ya habían sido erradicadas en los EE. UU. Melinda y yo habíamos dado por sentado que, si existían vacunas y tratamientos, los gobiernos estarían haciendo todo lo posible para llevarlas hasta las personas que las necesitaban.
Pero no era así. No pudimos evitar llegar a la brutal conclusión de que, en el mundo de hoy, algunas vidas se consideran merecedoras de ser salvadas y otras no. Así que nos dijimos: ‘Esto no puede ser verdad; pero, si lo es, merece convertirse en la prioridad de nuestras donaciones’.
Ese pasó a ser el principio esencial de la Fundación Gates: toda vida humana tiene el mismo valor. Se nos hizo evidente que los problemas más difíciles de resolver y el sufrimiento mayor eran el resultado de la desigualdad en el acceso a la educación y a las oportunidades económicas, en todas las razas y en todos los países y continentes.
De este modo, empezamos nuestras donaciones sanitarias a nivel mundial. Hemos decidido dedicarnos a garantizar que la población de los países en vías de desarrollo disponga de las mismas herramientas sanitarias que los que vivimos en el mundo desarrollado damos por sentadas. Asimismo, queremos ayudar a desarrollar nuevas herramientas, como vacunas y fármacos, que estén dirigidas a combatir las enfermedades del mundo en vías de desarrollo”.
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