“Voy a hacerles una confesión un poco curiosa: yo soy hechura de mi madrastra. Mi madre murió cuando yo tenía dos años y medio. Mi padre se casó en segundas nupcias con una mujer que tenía tres hijos; yo era el menor y, como era muy pequeño, me dejó en la casa de mi madrastra, que era dueña
de la mitad de un pueblo; tenía mucha servidumbre indígena y el tradicional menosprecio e ignorancia de lo que era un indio, y, como a mí me tenía tanto rencor como a los indios, decidió que yo debía vivir con ellos en la cocina, comer y dormir allí [...].
Cuando llegó mi hermanastro de vacaciones, ocurrió algo verdaderamente terrible [...]. Desde el primer momento yo le caí muy mal porque este sujeto era de facciones indígenas y yo, de muchacho, tenía el pelo un poco castaño y era blanco en comparación con él [...]. Yo fui relegado a la cocina [...]; quedaba obligado a hacer algunas labores domésticas; a cuidar los becerros, a traerle el caballo como mozo [...]. Era un criminal, de esos clásicos. Trataba muy mal a los indios, y esto sí me dolía mucho y lo llegué a odiar como lo odiaban todos los indios. Era un gamonal.
... entró mi hermanastro, [yo] estaba tomando sopa y tenía un plato de mote a mi lado con su pedacito de queso. Me quitó el plato de la mano y me lo tiró a la cara, y me dijo: ‘No vales ni lo que comes [...]’. Salí de la casa; atravesé un pequeño riachuelo, al otro lado había un excelente campo de maíz; me tiré boca abajo, en el maíz, y pedí a Dios que me mandara la muerte”.
de la mitad de un pueblo; tenía mucha servidumbre indígena y el tradicional menosprecio e ignorancia de lo que era un indio, y, como a mí me tenía tanto rencor como a los indios, decidió que yo debía vivir con ellos en la cocina, comer y dormir allí [...].
Cuando llegó mi hermanastro de vacaciones, ocurrió algo verdaderamente terrible [...]. Desde el primer momento yo le caí muy mal porque este sujeto era de facciones indígenas y yo, de muchacho, tenía el pelo un poco castaño y era blanco en comparación con él [...]. Yo fui relegado a la cocina [...]; quedaba obligado a hacer algunas labores domésticas; a cuidar los becerros, a traerle el caballo como mozo [...]. Era un criminal, de esos clásicos. Trataba muy mal a los indios, y esto sí me dolía mucho y lo llegué a odiar como lo odiaban todos los indios. Era un gamonal.
... entró mi hermanastro, [yo] estaba tomando sopa y tenía un plato de mote a mi lado con su pedacito de queso. Me quitó el plato de la mano y me lo tiró a la cara, y me dijo: ‘No vales ni lo que comes [...]’. Salí de la casa; atravesé un pequeño riachuelo, al otro lado había un excelente campo de maíz; me tiré boca abajo, en el maíz, y pedí a Dios que me mandara la muerte”.
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